Miles de desplazados y daños en energía y rutas.
Cronología. La tarde del 7 de noviembre se forma una supercélula sobre el centro-sur de Paraná; minutos después, el embudo toca tierra en Río Bonito do Iguaçu. La destrucción se extiende a zonas de Guarapuava.
Cifras humanas. 6 fallecidos confirmados; centenares de heridos (balances estatales hablan de 432 atendidos y reportes internacionales suben el rango hacia 750+). Hay personas desaparecidas reportadas en las primeras horas.
Daños. Techos arrancados, estructuras colapsadas, postes y árboles caídos. Comercios esenciales como surtidores y supermercados sufren pérdidas totales. Se instalaron albergues.
Infraestructura. Cortes de energía y vialidad con rutas bloqueadas por escombros. Brigadas trabajan en despeje y reconexión.
Clasificación. F3 (EF3) por análisis de daño y radares de Simepar; ráfagas de hasta 250 km/h. Evento poco frecuente en el estado pero posible bajo fuerte cizalladura.
Respuesta. Bomberos, Defensa Civil y salud: búsqueda y rescate, triage, traslados y apoyo psicosocial. Luto estatal y ayuda federal con alimentos, lonas y colchones.
Riesgos persistentes. Posibles tormentas residuales; peligro por estructuras inestables y cables. Autoridades piden evitar áreas restringidas.
Economía local. Los impactos en agro y comercio se medirán en semanas; se evalúan créditos y subsidios.
Técnicos y alcaldes impulsan mapas de riesgo y normas de construcción. La ciudadanía reclama alertas y simulacros regulares.
La reconstrucción exigirá coordinación y transparencia en la asignación de recursos, con foco en familias vulnerables.
Paraná encara un desafío mayúsculo: reconstruir mejor y más seguro.