Cero tolerancia al compresor y al pez loro.
Seaflower es el corazón coralino de Colombia y símbolo del 30×30. Para que la protección funcione, hace falta un plan operativo que haga costosa la ilegalidad y rentable la conservación. Este es el menú mínimo para pasar de metas numéricas a resultados.
Patrullaje 24/7 con mezcla de medios. Combinar fragata, lanchas rápidas, combustible asegurado y vigilancia satelital (Skylight/VTMS). Integrar alertas de pescadores con canales seguros y respuesta protocolizada.
Justicia expedita. Fiscalías con línea especializada en delitos ambientales-pesqueros, manual de cadena de custodia y protocolos probatorios; metas de tiempos y publicación de sanciones.
Cero compresor. Controles en puntos de zarpe y centros de buceo, verificación de equipos, sanciones ejemplares y cursos de riesgos para desincentivar su uso.
Zonas no-take ampliadas y vedas adaptativas con ciencia local (INVEMAR, Coralina). Monitoreo de langosta, caracol y pez loro con indicadores públicos.
Trazabilidad del producto: guías electrónicas, marcaje en primera venta y auditoría de cadenas de frío. Compradores y restaurantes con sello de legalidad.
Cooperación regional con Nicaragua, Honduras, Jamaica y R. Dominicana: patrullajes coordinados, listas negras, acuerdos de retorno y multas transfronterizas.
Gobernanza con comunidades: co-manejo con consejos raizales, cupos diferenciados para pesca artesanal y compensaciones por cierre temporal (pagos por servicios ecosistémicos).
Turismo que financia arrecifes: tasas de buceo/snorkel dirigidas a vigilancia y restauración coralina, con rendición de cuentas.
Educación y mercadeo responsable: campañas “No al pez loro”, sustitutos culinarios y promoción de artefactos selectivos.
Inteligencia económica: control a intermediarios y decomisos de activos a quienes financian flotas ilegales.
Pescadores artesanales apoyan fortalecer el patrullaje y los cupos locales; piden precios justos y participación real. Operadores turísticos ven oportunidad en sellos azules que atraigan visitantes responsables.
Con estas medidas, autoridades estiman reducción rápida de la pesca ilegal, recuperación de biomasa y mejora del ingreso artesanal, además de reputación internacional por cumplir el 30×30 con gestión efectiva.
Seaflower puede ser vitrina de protección real si la política pública une botes, juzgados, ciencia y comunidad. El costo de no actuar es perder arrecifes que tardan décadas en sanar.