Estudio presencial: 2.140 casos; ±3% de error; 95% de confianza.
El más reciente informe del CNC deja a Miguel Uribe como ordenador natural de la interna del Centro Democrático. Con 45,8% de preferencia entre simpatizantes, toma distancia de sus competidoras inmediatas y se perfila como la carta fuerte del partido.
La medición —realizada el 17 de noviembre y divulgada el 18 de noviembre de 2025— registra a María Fernanda Cabal (11,4%) y Paloma Valencia (11,3%) en disputa cerrada por el segundo lugar. La encuesta fue presencial, con 2.140 entrevistas, ±3% y 95% de confianza.
El liderazgo cuantitativo de Uribe tiene un correlato cualitativo: lo posiciona para definir la conversación en torno a reglas internas, cronogramas y prioridades programáticas. En la práctica, quien “marca el ritmo” influye en la agenda de debate.
Para Cabal y Valencia, el desafío inmediato es romper la simetría del segundo lugar: diferenciar propuestas, ampliar base y evitar que la contienda se convierta en un juego de suma cero que favorezca al puntero.
La ventaja reportada por el CNC genera incentivos para un cierre de filas temprano alrededor de un mínimo programático: seguridad, empleo y crecimiento. Un acuerdo así puede blindar la competitividad del CD más allá de su núcleo duro.
A nivel de método, la robustez de la medición – 2.140 casos, ±3%, 95% – ofrece señales de estabilidad en la tendencia. Si el partido opta por mecanismos que prioricen simpatizantes, el sesgo estructural favorece a quien lidera hoy.
El calendario importa: decisiones prontas permiten a cualquier abanderado consolidar equipos y proyectarse hacia alianzas más amplias. En términos de campaña, tiempo es territorio y narrativa.
Hacia afuera de la interna, el dato del CNC reposiciona al CD como actor con referente claro en la oposición. Esa claridad mejora la capacidad de tejer acuerdos con sectores de centroderecha que privilegian certidumbre y viabilidad electoral.
Sin embargo, el favoritismo también trae riesgos: exposición y expectativas elevadas. La campaña interna del puntero deberá evitar triunfalismos y concentrarse en movilizar indecisos y en sumar liderazgos territoriales que aún no han tomado partido.
En contraste, las segundas fuerzas pueden apostar por nichos programáticos y por presencia intensa en debates y foros para capturar atención sin polarizar al electorado propio del CD. Una narrativa fresca podría ofrecerles escalera para crecer.
Con todo, la foto de noviembre deja una conclusión: hoy Uribe está en posición de definir ritmos y tonos de la competencia, y el resto de aspirantes deberá ajustar estrategia para no quedar a contramano de la tendencia.
Entre directivos y militantes, gana fuerza la idea de un mecanismo claro y vinculante que legitime el desenlace y evite fracturas. La pedagogía sobre reglas será tan importante como el carisma de los nombres.
En el ecosistema político más amplio, la proyección es que un candidato definido a tiempo tenderá puentes con sectores afines y volverá más predecible el mapa de coaliciones para el ciclo electoral.
El CNC no elige candidatos, pero sí ordena la carrera. Si el CD capitaliza la ventaja y cuida la unidad, el puntero de hoy puede llegar a la línea final con un proyecto más cohesionado.