Plan de acción contra emisiones no exhaust.
Un plan para cerrar brechas
Bogotá ya demostró que puede reducir la contaminación y electrificar su transporte. La siguiente fase pasa por gestionar la fricción (llantas/frenos), limpiar el polvo y asegurar energía renovable para la carga.
1) Estándares de componentes
Incluir en contratos de flota neumáticos de baja abrasión y frenos compatibles con regeneración. Vincular garantías de desgaste a métricas de material particulado.
2) Limpieza y mantenimiento de vías
Barridos húmedos periódicos en corredores de alta demanda, reasfaltados con mezclas que retengan menos polvo y control de velocidad en tramos críticos.
3) Capacitación y conducción eficiente
Programas de eco-conducción para reducir frenadas bruscas y vibraciones; esto prolonga llantas y disminuye partículas.
4) Energía con sello renovable
Avanzar en PPA renovables, almacenamiento y gestión de demanda para que el kilovatio de carga tenga menor huella de carbono.
5) Datos abiertos y transparencia
Tablero público con PM2.5/PM10, ruido, consumo, disponibilidad y satisfacción por corredor. Comparar buses eléctricos vs. diésel Euro VI en condiciones reales.
6) Innovación en patios
Extender el modelo del patio de La Rolita, capaz de cargar 195 buses, implementando mantenimiento predictivo y gestión de repuestos para evitar paradas.
Reacciones y consecuencias
El Distrito y operadores respaldan este enfoque por su impacto directo en salud pública y costos de operación.
Organizaciones ambientales proponen metas intermedias 2026–2028 y auditorías técnicas para validar la mejora de exposición real de pasajeros y vecinos.
Convertir la electrificación en beneficio medible depende de detalles operativos y energéticos. Con estas seis medidas, Bogotá puede blindar su avance y consolidarse como modelo regional.