Peajes y LPR, piezas clave de la investigación.
El golpe en la vía Bogotá–Mondoñedo no fue improvisado. La ambulancia, la caída fingida de un motociclista y el trancón fueron engranajes de un plan que buscaba inmovilizar un tractocamión con mercancía tecnológica tasada en más de $2.000 millones. La recuperación posterior del vehículo y la carga mostró que, con datos y coordinación, se puede revertir la jugada.
La línea de tiempo arranca con un bloqueo parcial: una moto reduce la velocidad y simula un siniestro. La ambulancia ingresa a carril y queda atravesada. Testigos comienzan a grabar. A los segundos, una camioneta y motos rodean el tractocamión; el conductor es intimidado y trasladado a otro vehículo.
Minuto cinco: la ambulancia mantiene el telón mientras el camión inicia movimiento controlado, escoltado por motos. La congestión le regala a la banda un colchón de minutos. Los videos captan placas parciales y detalles de la carrocería.
Minuto ocho: El primer clip llega a grupos de mensajería y a centrales de despacho. Se activan botones de pánico y llamados al 123. La Policía de Tránsito coordina con unidades cercanas y peajes del corredor. La Fiscalía inicia el acopio de material probatorio.
Minuto diez: las cámaras LPR y casetas de cobro empiezan a aportar cruces de hora–placa–carril. La ruta probable del camión es proyectada y se montan puntos de cierre. El conductor, ya fuera del vehículo, está a salvo.
Minuto doce: el tractocamión es localizado y asegurado. La mercancía está intacta. El caso entra en fase dos: identificar a los ejecutores y a la logística detrás de la ambulancia.
La investigación suma una pieza inesperada: un expropietario de la ambulancia afirma haberla vendido en 2023 sin traspaso formal y habla de una “operación pirata”. La frase abre líneas: ¿quién registra, quién habilita, quién controla la trazabilidad de vehículos especiales fuera de misión médica?
Los analistas ven un patrón: vehículo de emergencia usado como escudo, moto señuelo que legitima el teatro, camioneta para mover al conductor y motos de enlace. La iluminación insuficiente y los tramos de sobrepaso en el corredor Mosquera–Mondoñedo facilitan el montaje.
El mapa del riesgo señala puntos calientes: aproches al peaje Mondoñedo, accesos a bodegas en Mosquera y zonas de cambio de carril con baja visibilidad. Recomiendan cámaras adicionales, bahías seguras, y listas positivas de ambulancias habilitadas con QR verificable por patrullas.
El caso deja tareas: cerrar la brecha documental de ambulancias privadas, integrar LPR–GPS–peajes en tiempo real y estandarizar parada segura para conductores. La prueba de concepto ya ocurrió: datos y coordinación recuperaron la carga.
Reacciones o consecuencias
Gremios del transporte celebraron la recuperación, pero advierten un efecto contagio si no se ajustan controles y rutas de patrullaje. Piden mesas técnicas con salud, concesiones y aseguradoras para blindar el corredor.
Desde la institucionalidad, se priorizan operativos en horas críticas, auditorías a ambulancias y el cruce expedito de placas con bases de salud y tránsito, para detectar usurpaciones de logos y habilitaciones.
De Mondoñedo queda una certeza: la delincuencia ensaya guiones, y la respuesta debe ser más rápida y más trazable. Si el teatro usa sirenas, el contralibreto son datos, protocolos y luz.