Debate abierto sobre protocolos y responsabilidad empresarial.
La decisión de sellar Before Club llegó después de una secuencia de reportes administrativos por convivencia y controles sanitarios. El bar, ubicado en Chapinero, fue el último sitio en el que estuvo Jaime Esteban Moreno antes del ataque que acabó con su vida la madrugada del 31 de octubre.
Las autoridades explican que el sellamiento es una medida preventiva, sujeta a subsanación y a verificación del cumplimiento normativo. En términos prácticos, impide la operación del establecimiento hasta que se corrijan los hallazgos y se validen los protocolos.
En el frente penal, la Fiscalía avanza por homicidio agravado. Juan Carlos Suárez afronta imputación, mientras que Ricardo González es buscado. La hipótesis dominante, según prensa, es que una acusación errónea detonó la agresión fuera del bar.
El caso detonó un escrutinio político por la propiedad del establecimiento: María del Mar Pizarro, congresista por Bogotá. Aunque no hay señalamientos penales en su contra por el crimen, el episodio reavivó el debate sobre incompatibilidades y transparencia en proyectos de regulación nocturna.
La economía nocturna de Bogotá acumula picos de demanda entre jueves y sábado. Expertos han pedido una matriz de riesgo por sectores con indicadores como aforo, salidas de emergencia, ruido y respuesta a incidentes. Los cierres, sostienen, deben acompañarse de capacitación y monitoreo continuo.
En barrios de rumba, el patrón de riñas y hurtos suele concentrarse en horas de cierre. Indicadores de convivencia muestran que una fracción de homicidios surge de disputas que escalan sin mediación ni reacción oportuna. El caso de Moreno encaja en esa zona crítica de la madrugada.
Para los empresarios, la salida pasa por auditorías internas, botones de pánico, cámaras con retención de video, personal formado en desescalamiento y plan de evacuación practicado. Para la autoridad, la clave es una inspección regular (no sólo estacional) y sanciones proporcionales.
La ciudadanía y la comunidad universitaria piden verdad judicial y acciones sostenibles que eviten nuevos casos. El bar, por su parte, deberá cumplir con salubridad, aforos y ruido si busca levantar el sello y retomar operaciones.
Dirigentes locales celebran la medida como mensaje disuasivo, mientras gremios piden reglas claras y acompañamiento técnico, especialmente a pequeños operadores. Organizaciones civiles reclaman que los controles se centren en zonas calientes y no castiguen a quienes cumplen.
A nivel político, el debate sobre la “noche responsable” podría traducirse en normas para certificación de buenas prácticas, publicación de listas de verificación y plazos de mejora obligatorios. Se espera una actualización de guías de convivencia para corredores de alta afluencia.
La clausura de Before Club no cierra la conversación: abre un ciclo de correcciones y aprendizajes para la ciudad, la industria y la justicia. El seguimiento a los presuntos responsables y a las mejoras del establecimiento marcará los próximos días.