Registro nacional de piezas y extinción de dominio, el combo que falta.
Las cifras del año muestran una aparente paradoja: bajan las denuncias por hurto de carros y motos, pero siete de cada diez capturados quedan libres. En noviembre, la Policía reportó 48 capturas y la recuperación de 43 automotores —15 carros y 28 motos—, mientras que el Distrito insiste en que el “corazón” del negocio está en la receptación.
La investigación sobre las bandas golpeadas, como “Altagama”, “Platinos” y “The Trucks”, revela roles definidos: marcadores, conductores, bodegueros, receptadores y falsificadores de documentos. Los vehículos se ocultan en parqueaderos, se enfrían en bodegas y se desmontan por demanda. Sin compradores de piezas, el asalto carecería de sentido económico.
¿Por qué salen libres? Fuentes judiciales mencionan tres cuellos de botella: medidas de aseguramiento difíciles sin flagrancia fuerte; déficits en la cadena de custodia digital (vídeos, placas, georreferencias) y congestión que lleva a priorizar casos con prueba cerrada. La consecuencia: más capturas operativas que decisiones con efecto disuasivo.
Soluciones de corto plazo: 1) macrocasos por concierto para delinquir que integren hurtos, receptación y falsedad documental; 2) priorización de bodegas y talleres con investigaciones patrimoniales y extinción de dominio; 3) uso intensivo de lectores de placas, cruce de bases de datos y rastreadores para ubicar rutas de traslado.
Soluciones de mediano plazo: i) registro nacional de autopartes con sellos inviolables y número de serie rastreable por app; ii) certificación obligatoria de procedencia para talleres y comercio electrónico, con auditorías periódicas; iii) sanciones a compradores y plataformas que comercialicen piezas sin trazabilidad.
El sector asegurador puede acelerar la transición: pólizas con beneficios por trazabilidad de piezas, instalación de GPS y parqueo formal. En paralelo, la ciudad puede ampliar controles a bahías y parqueaderos con cámaras homologadas y reporte en tiempo real. Experiencias regionales muestran que la combinación de trazabilidad y golpes patrimoniales reduce el hurto de manera sostenible.
En el territorio, los picos del delito se mueven con los operativos. Zonas con caídas —La Candelaria, Los Mártires, Antonio Nariño, Kennedy y Usaquén— evidencian que la prevención situacional funciona cuando se sostiene y se suma a procesos judiciales robustos. Donde falta trazabilidad, el mercado reabsorbe el despiece.
La ciudadanía puede aportar evidencia útil: conservar facturas y fotos de piezas, registrar seriales, activar geocercas y denunciar de inmediato. En casos recientes, la respuesta rápida permitió recuperar múltiples carros en horas gracias al plan candado y al rastreo coordinado.
El diagnóstico es claro: mientras el negocio de las autopartes robadas conserve alta rentabilidad y baja trazabilidad, la curva del hurto tenderá a estabilizarse. Las reformas propuestas buscan alterar esa ecuación económica y procesal para que el riesgo supere el beneficio.
Gremios y talleres formales respaldan un sistema de etiquetas inviolables y auditorías; reclaman sanciones ejemplares para quienes compren piezas sin soporte. Plataformas de comercio en línea analizan filtros automáticos para bloquear publicaciones sin seriales.
La Fiscalía evalúa priorizar macrocasos y fortalecer la cadena de custodia. El Distrito anuncia inspecciones a bodegas y planes de extinción de dominio sobre inmuebles usados para el despiece. La Policía mantendrá operativos focalizados en corredores críticos.
La ciudad mostró que puede capturar y recuperar, pero falta asfixiar la demanda y cerrar la puerta giratoria con evidencia rastreable y golpes patrimoniales. Si el mercado se seca, el delito pierde oxígeno.